Mi culito rico recibe mojadita ?? que se te antoja hacerme ???
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Sola en la oficina, nerviosa y a la expectativa. Así es como estaba Dainiz sentada frente a la pantalla de su ordenador. Sabía que vendría, pero no sabía la hora con exactitud, la incertidumbre sobre el momento y la espera obraban en ella a modo de acelerador de sus emociones, de su excitación y de sus ganas de ser poseída por Jorge. En la pantalla de su ordenador, las fotografías que Jorge le había enviado una hora ante para ella. Dainiz miraba el reloj del ordenador, tenía que estar a punto de llegar, notaba su sexo vivo y húmedo, sus pezones duros y la fina piel de sus aureolas erizada por el deseo.
El sonido de unas decididas pisadas sobre el pasillo aceleró su corazón y el olor de Jorge, no cabía duda de que era él, hizo que todo su cuerpo reaccionara y se pusiera en guardia. Al verlo entrar por esa puerta y tenerlo frente a ella enseguida lo llevo hasta el privado de la parte de atrás de la oficina. Sintió los labios de Jorge besando su cuello, acariciándolo Dainizmente al principio para morderlo con crudeza después. Dainiz notaba cada uno de los dientes clavándose en su yugular, le dolía, pero a la par le excitaba. Jorge rodeaba sus pechos con ambas manos y jugaba a oprimirlos y a juntarlos entre sí.
Bruscamente, giró la silla donde estaba Dainiz y se encontró frente a frente con él. Jorge llevaba unos pantalones, una camiseta blanca y colgaba de uno de sus bolsillos una cuerda que sacó de inmediato. Tocó con la cuerda el cuerpo de Dainiz, utilizando un extremo para rozarle cada centímetro de su piel hasta llegar a su sexo y recrearse en él acariciando sus labios y abriendo su vulva con ayuda de los dedos. Era áspera y dura, sintió el grosor de su punta entrando levemente en su sexo. La excitación de Dainiz se avivó en esos instantes y quiso ayudarse de una de sus manos para deslizarla aún más entre sus piernas, pero Jorge se la apartó de un manotazo. Bajó la cremallera de sus pantalones mientras las primeras palabras salían de su boca: “Si quieres estar entretenida, diviértete con esto en la boca” Sacó su instrumento y lo metió en la boca de Dainiz. Insalivaba con exuberancia y en un instante, la sequedad de su miembro desapareció. Dainiz se afanaba con tesón en darle placer mientras Jorge ataba a la silla a Dainiz convenientemente, haciendo que la soga siguiera un insinuante camino por su cuerpo, agarrando sus pechos y pasando entre sus piernas, haciendo que la cuerda quedara morbosamente aprisionada entre sus labios. Dainiz se acostumbró a la tosquedad de la misma y comenzó a sentir un placer exquisito por tenerla en tal lugar. Oprimía sus músculos vaginales y se rozaba con la silla para sentirla más aún. Su clítoris estaba abultado y los fluidos que su sexo empezaba a producir profusamente comenzaban a mojar la cuerda irremediablemente. Las comisuras de sus labios pintados de rojo oscuro brillaban por la saliva que resbalaba fuera de su boca en cada entrada y salida que Jorge asestaba. “Así, cómetela entera” Dainiz engullía el instrumento duro e hinchado de Jorge, cada vez a mayor ritmo. El movimiento de Jorge ahogaba sus gemidos mientras sentía sus pechos estrangulados por la cuerda.
Sintió su boca llenarse aún más, el instrumento de Jorge se endureció y se hinchó hasta estallar en un fulminante orgasmo que llenó de semen el paladar de Dainiz, no dando abasto a tragarlo y resbalando en parte por fuera de sus labios. Una explosión siguió a la otra y Dainiz percibió la cuerda latiendo entre sus muslos. Dainiz hizo un gesto a Jorge con los ojos, suplicando que la desatara, pero Jorge le guiñó un ojo y sonriendo, movió su cabeza de izquierda a derecha.